Una apuesta poco arriesgada


Entre otras cosas, en los últimos meses me he dado un tiempo para preparar una nueva obra, la cual de nueva sólo tiene el formato. Me explico: hace meses he venido barajando el proyecto de corregir antiguos cuentos (casi todos publicados en revistas y en blogs) para presentarlos dentro de una obra. De modo que lo que me traigo entre manos es, más bien, una antología personal o, cómo se expresaría en el argot artístico-plástico, una exposición retrospectiva de mi obra.

Sobre este proyecto me gustaría adelantar dos ideas que me parecen relevantes:

La primera es por qué he decidido titular "La rifa". El origen del nombre se remonta a mis inicios como escritor, cuando salió a la luz mi primera obra. Entonces, estaba un poco ahorcado con problemas económicos y con el préstamo que buenamente me otorgó la editorial para poder hacer realidad mis sueños de publicación. Así, pues, me obligué adoptar el papel de vendedor-escritor para poder comercializar mi libro de la manera más rápida posible. En ese trajín, me di cuenta de que muchas de las personas que me compraban la obra lo hacían de muy buena voluntad; pensando más en en apoyarme que en la lectura de la obra, lo cual me llevó a concluir de que el libro, el producto, era como una rifa; un compromiso que se acepta buenamente y sin reparar en el premio.

La segunda idea es por qué he decidido que "La rifa" se distribuya en formato electrónico. El carácter azaroso del nombre también tiene mucho que ver aquí. Y es que en la ciudad donde vivo no existen aún los ibros electrónicos, propiamente. O no existe aún nadie que publique su libro en internet, de manera gratuita, antes de editar su obra en papel. De ese modo "La rifa" será una apuesta personal por este formato, el cual, pienso, en un futuro no muy lejano tendrá el mismo protagonismo que el libro físico.

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