Los últimos días de Paty en Buenos Aires

Acabo de regresar del aeropuerto tras despedir a Paty. Fueron tres horas de camino que decidí hacer a pie para despejarme, pensando en la situación y bromeando con la idea de que quizá llegaría a mi destino antes que Paty a Perú. Al entrar al depa vi una botella de fernet en el refrigerador. Pensé por un momento en beber pero preferí ducharme e ir a la cama. Dormí algunas horas y me desperté de madrugada. Después me comuniqué con Paty. Me dijo que había llegado a Lima bien y que ahora "empieza una nueva aventura".

Me gusta la palabra "aventura". Me transporta al futuro, cuando podré encontrarle un sentido a las cosas y decir, finalmente: "qué bueno que tomamos esta decisión porque...". En fin.

...Y la llevó a caminar por Corrientes.

Los últimos días de Paty en Buenos Aires fueron agridulces. No teníamos mucha plata para pasear como queríamos. Sin embargo, nos la ingeniamos. El miércoles pasado, por ejemplo, salimos a caminar por Corrientes, como en la canción de Fito Paez. Curioso es que, sin saberlo, nos detuvimos en Montevideo a buscar una confitería justo donde quedaba el famoso café La paz (ahora cerrado), que es al que refiere la canción. En realidad nuestra idea misia era comprar unas medialunas y luego ir al Tostado del Obelisco para hacer la trafa de pedir un café y comer lo que llevábamos de contrabando. Sin embargo, no sólo no encontramos la confitería, sino que el café de Tostado fue el peor que tomé en toda mi vida. Estaba todo aguado, quemado y con un extraño sabor a zapallo. En fin, con todo y todo, lo pasamos bonito, incluso el trayecto de regreso en bus.

El sábado Paty decidió ver una exposición en Recoleta y visitar el CCK. Después ella y yo nos dimos el alcance en Puerto Madero. El plan era sencillo: llevamos unas cervezas de supermercado y nos sentamos en una banca a ver el paisaje nocturno. No teníamos plata para cenar en ninguno de los restaurantes aledaños, como quizá hubiera sido dos años atrás. Lo gracioso fue que aún así entramos en uno de ellos, haciéndonos pasar por clientes, con la única intención de usar el baño. Incluso ocupamos una mesa para fingir la gracia. "¿Listos para ordenar?", me preguntaron cuando salí de orinar.

En el aeropuerto.

Han sido días bonitos en general, aunque lo hubieran sido más si no hubiese existido la idea de la inminente separación. ¿Pudimos habernos ido juntos? Quizá, pero no habría sido muy inteligente de nuestra parte. Ir al mismo tiempo implicaba malbaratear nuestros muebles y artefactos y regalar medio año de renta del depa ya pagada. Además, tampoco teníamos dinero para comprar dos pasajes de avión. Para eso hubiéramos tenido que pedir crédito y... ¿luego qué? Felizmente el tiempo se pasa rápido. Felizmente me puedo dedicar a otras cosas, por ejemplo mi trabajo, las ventas, qué sé yo. Ya para navidad estaremos juntos de nuevo y todo será tan maravilloso como solía ser.

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