Cumpleaños (en plural)

El 23 de abril fue mi cumpleaños número 40. Fue un día extraño: hubo una marcha que buscaba frenar un recorte presupuestario a las universidades públicas y yo me vi atrapado en ella de la forma más insospechada. Había ido al centro a cobrar un dinero y de regreso me topé con cientos de miles de personas que bloqueaban el tráfico, varias cuadras a la redonda. Como el ambiente me pareció festivo, me quedé un momento contemplando el mar de gente que llegaba a Congreso y marchaba con dirección a Plaza de Mayo. No exagero con lo de "mar de gente". Según La Nación la UBA aseguró la presencia de 800mil personas. Lo creo.


Pasado lo curioso, pronto mi ansiedad social se hizo presente y sobrevino en un ataque de agorafobia. Regresar a casa era caminar contra corriente durante varios kilómetros hasta encontrar alguna calle abierta. No fue sencillo pero se logró. Dos horas después estaba en mi depa, agotado... pero con ganas de celebrar. Paty había decorado la casa con mucho esmero. Además, había preparado una torta de cumpleaños que, honestamente, se veía muy mal pero que de sabor estaba muy rica. A falta de fondos, pasé comprando una cerveza muy barata. Era una "Oslava" en botella de plástico, de cuerpo ligero, cuya única virtud era que costaba menos de un dólar por litro. Honestamente no me gustó pero, al menos alegró la noche.

Tuve una videollamada con mi abuela y mi hermana, después otra con Jonatan, Gabriel y Angel. Les comenté lo ocurrido. Les dije que lo de la marcha no podía ser una mejor metáfora de mi vida: 40 años yendo contracorriente, metido en asuntos que no tienen nada que ver conmigo en lo absoluto. La reunión, a decir verdad, fue muy amena. Además, resultó agradable encontrarnos los cuatro al mismo tiempo (aunque sea de forma virtual). 


 Al día siguiente, el 24, me vi con algunos amigos argentinos (colegas de YouTube) en el bar La Poesía. Aquél es uno de mis lugares favoritos en Buenos Aires. Allí me vi con Sebastián, Martín y Juan Felipe (que era su cumpleaños al día siguiente) así que aprovechamos para matar dos pájaros de un solo tiro. Pedimos una soberana picada y bebimos buena cerveza. Por cierto, dejo el dato: "Deleuze Dubbel (Roja 7°)". No hay pierde.


El 6 de mayo fue el cumpleaños de Paty. Un día antes ella tuvo la idea de ir a Vicente López a conocer la costanera. Lamentablemente el día nos tocó horrible. Estaba nublado, oscuro y hacía mucho frío. Para colmo, mientras caminábamos por el parque cayó una llovizna que, parecía que no, pero nos dejó empapados. Así que lo mejor fue el regreso y un café que encontramos cerca de la estación de tren. Al día siguiente, sin embargo, todo fue mejor: fuimos a comer comida peruana con una amiga de Paty y por la tarde celebramos en casa; hicimos una videollamada con la familia y luego no me acuerdo muy bien porque entre el vino y una gripe impertinente me quedé medio dormido demasiado rápido para contarlo.


Un día después del cumpleaños de Paty vino de visita otra amiga suya de Piura y han paseado todos estos días. Me alegra que se den estas oportunidades. Me alegro por ella y porque podemos seguir contando con los amigos. Me alegra que la vida continúe. Y que, a pesar del todo, la distancia, la economía, los paros o la mala cerveza... nos reencontremos con las personas con las que fuimos, somos, y seguiremos siendo felices.

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