Estamos perdiendo la guerra

El miedo nos ha introducido en una guerra ficticia.

Leo los testimonios de los que opinan sobre la ampliación del toque de queda y 9 de cada 10 entrevistados responden que "está bien porque hay gente que no obedece las medidas". Yo me pregunto "¿La gente no debería pensar que esto se hace, no como un castigo, sino para evitar el contagio?"
 
Ayer veía por las noticias cómo los militares patrullaban las calles con vehículos blindados y artillería pesada (haciendo un gasto excesivo de combustible en armatostes que ni siquiera podían doblar una esquina) pero no importaba: la gente los aplaudía con alegría, recordándonos imágenes de la guerra del Cenepa. ¿Por qué tantas loas a las fuerzas armadas? ¿Es por solidaridad o porque vemos en ellas una entidad ajusticiadora que cumpliría el deseo de muchos de instaurar 'patrullas de la muerte' para acabar con la delincuencia?
 
Hace un tiempo un muchacho esposado recibía golpes de un militar que lo amenazaba de muerte; tiempo después, un cantante era arrancado de su casa por ensayar en su habitación; hace días, un periodista amigo mío era arrebatado de su propia casa por defender a su madre; ayer, unos detenidos eran azotados por ronderos... mientras que la opinión pública en redes sociales se manifestaba a favor de todo bajo arengas burlescas como "se lo merecen", "pena de muerte", "no los suelten".

Quiero evitar pensar que esta crisis está sacando los deseos más ocultos de los peruanos. Quiero pensar, más bien, que el miedo nos deshumaniza. El miedo nos ha introducido en una guerra ficticia, una guerra que no nos enfrenta a una pandemia sino a otros peruanos. Todos vemos en "el otro" una amenaza. Nunca soy yo el culpable, siempre son los demás: ellos tienen la culpa por salir de su casa, ellos tienen la culpa por viajar, ellos tienen la culpa por no respetar normas, etc.

Nos satisface más el número de detenidos que el control del contagio del virus. A la fecha hay 36 mil arrestados (de ellos se sabe poco o nada en qué circunstancias fueron intervenidos) ¡Pero qué importa!

La delincuencia a bajado 80%, las calles están más limpias, se ven delfines en la costa verde, la tierra está sanando nosotros somos el virus... ¿Qué nos pasa? ¿Por qué se difunde y se comentan más los castigos, las medidas restrictivas, las intervenciones o se romantiza los efectos positivos del aislamiento que la información sobre los niveles en los que se está evitando el contagio? ¿Estamos perdiendo el rumbo?

En un estado* previo comentaba: sé solidario, no seas nacionalista. Ama a tu familia, tus amigos, tus vecinos. Respétalos. Asume tu responsabilidad. Pero no confundas esta emergencia con un desquite. Aquí no hay enemigos. No hay una guerra. Solo es un país que ha parado un momento y esperamos en breve que regrese a ser lo que era, con sus virtudes y sus defectos.

*Este post fue publicado originalmente en facebook, de allí la referencia.

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