Cuatro días poco comunes

La semana comenzó el martes. Debe ser así porque he borrado de mi mente el lunes. De hecho, he redefinido el concepto de "olvidable"; lo que para este caso refiere a... "¿Realmente hubo un lunes esta semana?"

Martes

El martes había quedado con Angel y Jonatan en reunirnos para planear la presentación del libro "Pulpa Ficticia", de Eduardo Valdivia. Sin embargo, los planes de un almuerzo en mi casa pronto cambiaron cuando el señor Hoyos anunció que se había quedado dormido (para variar) y que llegaría tarde. Entonces Jonatan me dijo que, en aquel escenario, él y yo podíamos almorzar en Emaús (donde don Melquiades trabaja) y luego, cuando venga Angel, regresáramos a mi depa para tomar algo. Así lo hicimos.

El señor Melquiades comiendo su pollito estilo Louisiana.

El comedor de Emaús.

Tras el almuerzo, Jonatan me llevó a conocer su oficina. Ahí se exhibía, además de una imagen grandota del Che Guevara, el infame poema apócrifo de Borges enmarcado en pan de oro.

Para la motivación.

Después salimos a mi casa, coincidiendo con la llegada del señor Hoyos a Piura. Instalados, y con unas cervezas en la mesa, conversamos brevemente sobre la presentación del libro (puntualizamos algunos asuntos y confirmamos la presencia del presentador [ese Fabián... por un momento temí que no hubiera sido notificado siquiera]). Sin embargo, nuestra reunión de pronto se vio alterada por la llamada del señor Gabriel, que nos invitaba al Munich en ese mismo instante.

No lo pensamos dos veces. Nos subimos a nuestra Super Star (el bus que nos lleva desde las lejanías de mi casa hasta el centro de Piura) y llegamos en media hora al bar. Gabriel estaba en la puerta. Tecleaba desesperadamente la pantalla de su celular Entel quién sabe qué cosa.

Después del ceviche

Miércoles

El miércoles se desarrolló sin mayor novedad salvo por la tarde. Cuando regresaba a casa me encontré conque unos estúpidos malos vecinos habían improvisado una cancha de voley en el estacionamiento frente a la ventana de mi comedor. De más está decir que, según las normas internas del residencial, está prohibido darle otro uso a aquel espacio que no sea para aparcar los carros.

Una tarde deportiva

Como está visto, este grupo de personas tiene muy poco aprecio por el bien común; así como la seguridad del edificio. Particularmente les guardo un cariño especial por dejar la reja del edificio abierta todo el día, a pesar de mis reclamos. Por ello, ante su indiferencia, ni me molesté en llamarles la atención cuando descubrí que habían amarrado su red de voley a la ventana de mi habitación.


Quizá les sorprenda si les digo que estos jóvenes tan respetuosos del orden y de la propiedad comunal (y también la privada) son, en realidad, un puñado de policías que fueron destacados a Piura desde algún lugar en la selva. Su acento charapa me mortifica hasta altas horas de la noche; en especial sus días francos, en los que beben (y gritan) hasta morir. Todo un ejemplo.

Jueves

El jueves fue el día de la presentación de Eduardo Valdivia en Clandestino. Naturalmente, el señor Gabriel y la Señora Meche, quienes habían estado hablando largo en Facebook (con muchas figuritas de por medio) de su asistencia al evento y al supuesto "After Party", no fueron. Así que Jonatan, Angel y yo (en ese orden) paramos el circo y pusimos en marcha la obra.

Estoy seguro que mis lectores no me dejarán mentir si digo que la presentación de Eduardo fue la que más gente congregó en el bar. Y esto a pesar del apoyo un poco escueto de la prensa.



En fin... todo bien. La gente se vaciló. Y, aunque quizá Eduardo debió leer un cuento más corto -sobre todo si iba a omitir el final a pocos párrafos de llegar a él-, cierto impacto debió haber causado. Finalizada la lectura, la concurrencia se llevaba los libros por cantidad. "Dame seis", me dijo un señor.

Viernes

Pero el broche de oro, y para la posteridad, se dio el viernes (o la madrugada del viernes). Cuando me conecté a tempranas horas, me di con la sorpresa de que todos en las redes sociales estaban enfrascados en un interminable debate a escala global que no tenía nada que ver con temas banales como, por ejemplo, los crímenes del Estado Islámico, la crisis financiera internacional, el calentamiento global...

No. La gente, estaba muy atareada en determinar cuál era el color de este trapo:


Al parecer, la mayor parte de personas cometemos (me incluyo) el error de verlo blanco y dorado; lo cual es una especie de ilusión óptica provocada por el contraluz (me parece que el balance de blancos de la cámara también juega a favor de la confusión). En realidad, el vestido es azul y negro, tal como muestra la página del diseñador.

C'est tout.

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