Prohibido hablar de cultura


Resulta difícil creer que, en una sociedad tan liberal como la nuestra, donde los taxistas abordan los problemas políticos más complejos y los residentes de los bares discurren durante horas de temas deportivos (muy ajenos a su condición física), hablar de cultura se ha vuelto casi un tabú.

¿Quiere hacer la prueba? Hable de cultura en una reunión. Comente, por ejemplo, qué le pareció el último libro que leyó. De inmediato, usted verá que la conversación se detiene. Sus interlocutores lo mirarán con incomodidad y, si nadie se atreve a cambiarle de tema, pronto el grupo se disolverá y usted se quedará solo en medio de un desierto.

¿No le ha pasado? ¿No se ha sentido nunca como un espantapájaros? Pues se lo merece. Porque usted se ha pasado de la raya. La sociedad a lo mucho permite que digas “Me gustó el libro”. Pero nada más. Todo lo que venga a continuación sonará petulantemente conflictivo.

Si usted quiere quedar bien, mencione algo del último programa de “Yo soy” o del último gol de Messi. Verá cómo la conversación se encandila, comprobará que sus allegados derrochan conocimiento y a usted lo tendrán en buena estima.

No cometa, por ejemplo, el error de un servidor, que alguna vez se atrevió a hablar sobre ciertos libros que no son apropiados para recomendar en las escuelas. Entonces, un profesor de literatura se levantó y me dijo: “Eres bien osado para ser sólo un comunicador social”. Lo que me recordó un episodio en el que escribía crítica literaria, donde nunca faltaban las descalificaciones: “¿Y tú, a quién le has ganado para decir lo que dices?” o “Usted es demasiado joven para dar esas opiniones, infórmese mejor”

Como si la cultura fuese un tema exclusivo de ciertas élites intelectuales. Como si el ciudadano de a pie tuviera que dejar la exclusividad de esos temas sólo a la opinión especializada. Como si sólo las gallinas estuviesen autorizadas para hablar de huevos. No, pues. Si hablamos de fútbol sin practicar deporte, discutimos de religión sin ser sacerdotes y hablamos de finanzas sin ser economistas ¿Por qué no podemos hablar de cultura siendo personas comunes?

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*Columna publicada el sábado 12 de enero en El comercio, edición Piura

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