¿Tóxico... yo?

Mi psicólogo me dijo una vez que tengo que pensar por qué me comporto así.

Tú me ves todo racional, pero no sabes que a veces tengo unas reacciones que me dejan pensando. Por ejemplo, la vez pasada llevé mi ventilador donde un técnico para que lo arregle. El hombre lo miró con desprecio y me dijo que no reparaba marcas "baratas". Yo le insistí. Le pedí que le dé una mirada, por lo menos. Él respondió que no, que los repuestos estaban caros y que mejor me salía comprar un ventilador nuevo. Salí entonces enfadado del taller y lancé (no "deposité", lancé) el ventilador hacia un contenedor de basura. Cuando le conté a Paty ella me dijo que había tenido una actitud muy tóxica. ¿Tóxica? No sé... tóxico es quien daña a la gente. Yo creo que esto es diferente.

Hoy estuve implicado en una actividad similar. Cargué durante ocho cuadras una pila de 15 libros, con destino a un negocio que compraba ejemplares. Sin embargo, al llegar el librero me trató de una manera muy desdeñosa. Directamente me dijo que no los quería. Yo le insistí, le pedí que me dé por lo menos mil pesos (un equivalente a un pasaje en metro), total había caminado buen rato y no quería regresar a casa con ese peso. El librero me contestó que no era su problema y luego añadió con una sonrisa cachacienta que si yo quería me podría hacer el favor de entregarlos a un geriátrico.

Me llegó al pincho. "Bueno, gracias por nada", le contesté. Entonces tiré los libros a un basurero que estaba delante de él, con la intención de que me vea, para que se entere que prefiero tirar todo al tacho antes que aceptar su humillación. 

No puedo negar que sentí satisfacción al hacerlo.

Mi psicólogo me dijo una vez que tengo que pensar por qué me comporto así, que podría ser una reacción fálica (en el sentido freudiano); es decir: "Ah, ¿me quieres vejar?, ¡Pues yo te vejo a ti primero!". Me acuerdo que en aquella sesión conté algo sucedido en Lima, años atrás, cuando fui a una cafetería muy suntuosa y pedí un café y un brownie. Cuando me entregaron mi pedido inmediatamente me "invitaron" a retirarme porque iban a cerrar. Les respondí que lo haría una vez que termine el café que me acababan de servir. Entonces un chico me trajo un vaso de cartón y me pidió que vacíe el café allí para que me lo lleve. ¿Qué hice? Bueno, le dejé el café y el brownie intacto y me fui.

Es bien sabido que en los aeropuertos las maletas las tratan con el más absoluto desprecio. 

¿Está mal lo que hice? Mal estaría haberme ido sin pagar. Yo, por el contrario, compré algo que no consumí. Mal hubiera estado agredir al librero. En cambio, yo le respondí "gracias por nada" y tiré mis libros a la basura. Así que no se puede hablar de crimen si no hay una víctima. Y lo digo mientras examino mi maleta, que luce la enorme huella de un zapato. Veo esa hendidura y deduzco que no es fortuita. No es que alguien simplemente se apoyó allí o se tropezó. Por la presión ejercida, me parece evidente que aquella persona saltó sobre la maleta, con furia, con la intención de causar un perjuicio a su dueño. ¿Frente a qué cosa ese trabajador reaccionaría de aquella manera? No lo sé. Es bien sabido que en los aeropuertos las maletas las tratan con el más absoluto desprecio. En nuestro caso, tanto mis valijas como las de Paty llegaron golpeadas, sucias, con las ruedas rotas y las cremalleras abiertas. ¿Me quejé? No. La mayor parte del tiempo aguanto las cosas. Pocas veces me dejo llevar por la ira. Pero, cuando ocurre, a diferencia de otros, poseo la astucia moral de desquitarme sin perjudicar a nadie. No se puede ser menos tóxico que eso.

Comentarios

Entradas populares